dejar el gluten

¿Te costó dejar el gluten?. Admito que sí fue difícil!

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6 minutos de lectura.

Muchas personas me han preguntado sobre mi experiencia con dejar el gluten y qué tan difícil fue.

Debo ser honesto y contestar que no fue nada fácil dejar el gluten y me tomó probablemente más de un año hacer el cambio. Mi mente y mi ser se resistían completamente a creer que uno de mis mayores placeres de la vida fuera el culpable de las enfermedades que me estaban afectando.

Por entonces, hace ya varios años, la lucha contra las enfermedades autoinmunes que me afectaban y de las cuales he hablado en mi perfil y varios post de este blog, me tenían sumergido en un cocktail permanente de medicamentos. Estos cuales no me sanaban de nada, solamente adormecian los síntomas que me afectaban.

El síntoma más doloroso eran unas irritaciones tipo urticaria a la piel. Estas aparecían como pequeñas manchitas rojas que luego comenzaban a crecer y a extenderse por todo el cuerpo, con prurito, calor y una picazón insoportable hasta el punto de enviarme a emergencia. Ahí me tenían que inyectar corticoides a la vena para bajar la inflamación. Luego con ciclos de prednisona, antihistamínicos e inmunoreguladores cada vez que las manchas comenzaban a aparecer. Normalmente no pasaban ni dos semanas cuando comenzaban a aparecer nuevamente y la pesadilla volvía a repetirse una vez más.

Dentro de los cientos de exámenes a los cuales fui sometido, los médicos descartaron las alergias más típicas ya que todos los resultados fueron negativos. No di positivo para enfermedad celiaca, lo cual fue un gran alivio para mi en ese momento. Solamente me identificaron una intolerancia genética a la lactosa, lo cual ya venía evitando hace bastante tiempo.

Las sospechas con el gluten

Por entonces, recuerdo pensar que si no era celíaco, entonces no tenía sentido dejar el gluten como muchos de los libros y publicaciones que leí lo indicaban. Sin embargo luego de leer algunos libros como “Cerebro de Pan” o “The Autoimmune Fix“, comencé a sospechar que tal vez pedían tener razón. Tal vez lo que yo tenía era intestino permeable. Pregunté a los médicos que me trataban y me dijeron que eso no era una enfermedad real, solo una teoría aún lejos de ser comprobada por la ciencia.

Fue en ese momento específico, cuando la indiferencia absoluta de los médicos me hizo un “click” y decidí tomar el toro por los cuernos. No iba a vivir el resto de mi vida con esos medicamentos horrorosos esperando solo a que la enfermedad se agravase más para enviarme directo al cementerio.

Sin dejar de lado el tratamiento y los medicamentos que ya tomaba, decidí hacer la dieta del descarte e identificar los alimentos que me causaban daño. Hay mucha información sobre estas dietas en internet, yo personalmente use la guía del Dr. Will Cole, que está en inglés, dejo aquí el link. Después de varias semanas comiendo una dieta muy básica, comencé a introducir lentamente los otros alimentos y anotando en un cuaderno los efectos de cada uno. Los lácteos ya estaban descartados, incluso aquellos deslactosados.

En mi caso personal, los alimentos que me producían mayor inflamación e incomodidad después de consumirlos o incluso días después de haberlos consumido fueron; el azúcar, el gluten, la cebolla cruda, el ajo, algunos crucíferos y las legumbres en general. La soya vine a darme cuenta mucho tiempo después.

Intentando el cambio

Así es que con mucha pena y frustración decidí dejar esos alimentos de lado. Aunque realmente no había dimensionado lo que eso significaba. Solo dejar el gluten y el azúcar era realmente una tarea muy difícil. Tan pronto decides dejarlos te das cuenta que casi todo contiene gluten y azúcar.

La pizza, que es mi único alimento chatarra favorito. Ni qué decir ir a cenar a un restaurante, donde lo primero que te ponen en la mesa es la panera con mantequilla. Panes, galletas, queques, tortas, pasteles, masitas, sopaipillas, churros, pizzas, sándwiches, hot dogs, pastas, empanadas, helados, hasta los dulces tienen gluten. Es realmente una pesadilla, incluso llegué a pensar que la industria alimenticia deliberadamente nos quiere enfermar. Los que creen en teorías de conspiración así lo aseveran.

Bueno, después de varias semanas de depresión y angustia en vez de dejar el gluten, comí más de lo normal, todo lo contrario a lo que había decidido hacer (eso debe tener un nombre en psicología), decidí comenzar la dieta. Lo primero que hice fue ir al supermercado y abarrotarme de productos sin gluten, que por entonces eran carísimos y muy malos. Llené la despensa de estos alimentos para no caer en riesgo de quedarme sin comida y caer en la tentación de comer gluten.

Fue un gran error. A la semana ya no me quedaba nada y probablemente había subido de peso unos tres kilos. Mirando atrás creo que debí buscar apoyo psicológico. O un nutricionista que me ayudase a hacer el cambio en el estilo de vida y alimentación más pausadamente. Sobre todo considerando que en mi caso no era un tema de celiaquía sino más bien una decisión personal

Después de esas primeras semanas sin gluten y azúcar, a pesar de haber subido de peso, comencé a notar algunas leves mejoras. Las irritaciones a la piel seguían sucediendo pero la recuperación era más rápida. Por entonces, agregué a mi dieta té de jengibre y cúrcuma en forma regular y luego cápsulas de cúrcuma que me habían recomendado.

Las recaídas con el gluten

Las cosas iban bien, pero tuve varias recaídas intentando dejar el gluten, era solo cosa de ir a una cena, fiesta o junta en casa de familia y amigos para enfrentarme a la tentación. Nadie prepara alimentos sin gluten para una fiesta, y cuando ves que todos los demás disfrutan de las delicias del festín, es muy difícil resistirse, y como decía Oscar Wilde “Yo puedo resistir todo, excepto la tentación!”

Sin embargo, cada vez que caía en la tentación, a los pocos días, no era inmediato, a veces pasaban dos o tres días y entonces comenzaban las ronchas a aparecer nuevamente.

Tras varias recaídas, mi dieta se fue volviendo más y más estricta. Comencé a llevar mi propio pan y galletitas sin gluten a las fiestas y juntas a las cuales era invitado. Fue muy importante mostrar a mi familia y amigos los estragos que me causaba el gluten y el azúcar para que dejaran de insistir en que probara sus comidas. Tomó tiempo, tal vez un año antes que mi dieta ya estuviera libre de los alimentos que me causaban daño.

Las mejoras

Las ronchas cada vez duraban menos, pude dejar los antihistamínicos, corticoides e inmunoreguladores, bajé de peso, mi cuerpo se desinflamó y comencé a sentirme mucho mejor y con más energía y vitalidad.

Junto con el cambio en la dieta, comencé a incorporar otros alimentos de los cuales ahora soy casi un experto; el kéfir, los tíbicos, la kombucha, el chucrut y las verduras lact-ofermentadas para restablecer mi flora intestinal. Adicionalmente consumí caldo de huesos y algunos suplementos para recuperar la pared intestinal. Luego fui aprendiendo a hacer mi propio pan de harinas sin gluten. Después de un par de años, las ronchas nunca más volvieron y hoy lo único que me queda por recuperar es la salud de mi glándula tiroides, que aún no sana completamente. Sin embargo, espero pronto volver a vivir sin tomar Eutirox

Debo reconocer y ser honesto al decir que si he vuelto a tener recaídas con el gluten y el azúcar, pero estas son esporádicas y cada vez más distanciadas, la inflamación y el malestar que me causan realmente no vale la pena.

La lección aprendida

La gran lección que aprendí, es que los cambios de hábito y estilos de vida no son fáciles de implementar. Es muy importante apoyarse con un experto que te ayude en el plano psicológico y nutricional y avanzar lento pero de manera consistente. También es super importante informar a tu familia y amigos de los cambios que estás haciendo para que ellos sean realmente un grupo de apoyo, de lo contrario serán tus principales saboteadores.

¿Fue difícil dejar el gluten?… La verdad es que sí, pero no imposible !!

Suerte y éxito en tu camino.

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